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Yahweh llama a Avram

¡Shalom!

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Después que las personas fueron dispersadas por la toda la tierra, siguieron naciendo muchos niños y niñas. Algunas familias adoraban a Yahweh y le obedecían.

 

Las Sagradas Escrituras mencionan a la familia que nació de Shem, uno de los hijos de Nóaj. De esa familia nació alguien llamado Téraj. Téraj tenía 3 niños, sus nombres eran Avram, Najor y Jarán. Un día, cuando Avram, Saray y Lot eran grandes,  Téraj, su papá se los llevó de viaje de Ur de los kasditas para llegar hasta un sitio que se llamaba Kenaan, pero se detuvieron en un lugar llamado Jarán. Allí se quedaron a vivir un tiempo. Avram se caracterizó por ser un hombre obediente a Yahweh. Posiblemente conversaba con Él, pues un día Yahweh le dijo a Avram que debía salir de donde vivía a Kenaan.

 

¿Qué crees que hizo Avram? ¿Crees que  dijo: “no, lo que pasa es que aquí tengo a muchos amigos y para mudarme tendría que llevar muchas cosas que he comprado, además mi sobrino Lot vive conmigo porque su papá murió y Lot tiene muuuuchas cosas también, ay no, es muy complicado.

 

No, verdad? Avram era muy obediente, enseguida Avram tomó a su esposa Saray y a Lot, su sobrino y a toda la riqueza que habían adquirido en Jarán y se dirigieron a la tierra de Kenaan.

 

Hoy en día no es tan difícil viajar, hay maletas grandes que tienen ruedas y las podemos subir a un avión. Podemos viajar en avión, autobús, barco, trenes, carros, etc. Hay personas que se encargan de ayudarnos a llevar las maletas. Podemos pagar taxis para transportarnos de un lado a otro si no tenemos carro.

 

¿En los tiempos de Avram, qué medios de transporte había? Camellos y las mismas personas. Había esclavos también.

Avram y Lot tenían muchos animales, además ellos tenían que llevar sus carpas, que eran donde dormían, cocinaban y tenían sus pertenencias. No era muy fácil viajar pero a pesar de todo lo que implicaba este largo viaje, Avram no puso excusas para obedecer. Las tierras desde Jarán hasta Kenaan eran desiertos, no se conseguían sitios donde descansar un poco y tomarse una rica limonada fría, bajo un techo que les diera sombra y poder refrescarse un poco. Viajar así era de valientes!

 

Después de mucho caminar, por fin llegaron a la tierra de Kenaan, pero el viaje aún no había terminado, todavía tenían que atravesar esa tierra hasta un sitio llamado Shekhem, en la encina de Moreh. Además, esa tierra de Kenaan no estaba vacía, ahí vivían personas. Avram tendría que quedarse en esa tierra con esas personas extrañas y esperar las próximas instrucciones de Yahweh.

 

Cuando Avram y los demás se detuvieron y contemplaron el paisaje del sitio al que habían llegado, Yahweh le habló a Avram y le hizo una promesa muy importante, le dijo que Él les daría esa tierra a sus descendientes. Entonces Avram edificó un altar a Yahweh que se le había aparecido. El altar lo había edificado Avram para agradecerle y adorarlo.

 

 Luego de todo esto Avram se trasladó a la serranía al este de Betel y montó allí su carpa. Ahí también edificó otro altar. Luego viajó por etapas hasta llegar al Néguev.

 

¿Cuántos de nosotros nos detenemos un momento en nuestras vidas para darle las gracias a nuestro Padre Celestial por las cosas que nos da, por cada vez que nos habla? Hoy en día no podemos escuchar la voz directa de nuestro Padre, lo escuchamos a través de Las Sagradas Escrituras, a través de los hermanos de la Asamblea cuando escuchamos sus enseñanzas, a través de nuestros papás y mamás cuando nos aconsejan, cuando nos dan instrucciones, cuando nos prometen cosas por nuestra obediencia.

 

Hoy en día no necesariamente tenemos que edificar un altar de piedras para darle gracias a nuestro Padre, nuestro altar es nuestro corazón, por eso, desde el fondo de nuestro corazón debemos darle gracias a nuestro Abba por todas las cosas.

 

 

 

 

 

Mira desde donde viajó Avram y hasta donde llegó
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